Evan Gershkovich, periodista ruso-estadounidense del Wall Street Journal, fue arrestado en Rusia mientras investigaba para un artículo en Yekaterimburgo en marzo de 2023.
Condenado a 16 años de prisión por espionaje en julio, su caso generó gran controversia y atención internacional, ya que su detención fue considerada injusta y sin fundamento.
«El periodismo no es un crimen» se convirtió en un grito de guerra para defensores de la libertad de prensa en todo el mundo. El 1 de agosto, después de meses de lucha y espera, Evan fue liberado.
El presidente Biden cumplió su promesa de trabajar por la libertad de Gershkovich y todos los encarcelados estadounidenses en Rusia. La liberación de Evan fue parte del intercambio de prisioneros más grande y complejo desde la Guerra Fría en Estados Unidos. Como se sospechaba, el Kremlin había estado reteniendo a Evan y a los otros con la intención de usarlos para liberar a prisioneros rusos. Putin desde su llegada al poder ha manejado al gobierno ruso a su conveniencia, reforzando la aplicación de la ley rusa y los sistemas judiciales en beneficio político.
Las negociaciones para su liberación fueron largas y complicadas, involucrando a diplomáticos, abogados y representantes de ambos países. Finalmente, se logró un intercambio que permitió a Evan y a los otros prisioneros, incluyendo a la periodista Alsu Kurmasheva, regresar a casa. Kurmasheva había sido arrestada durante nueve meses y posteriormente encontrada culpable de difundir noticias falsas sobre la armada rusa.
El intercambio se llevó a cabo en Turquía, y los prisioneros fueron trasladados a Washington D.C. en un avión privado, donde fueron recibidos por el presidente Joe Biden, la vicepresidenta Kamala Harris y sus familiares. Posteriormente, los prisioneros serán trasladados a un centro de ayuda para su reintegración a la sociedad.
La liberación de Evan Gershkovich y Alsu Kurmasheva marca un importante hito en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia, así como en la lucha por la libertad de prensa. Su caso destaca los peligros a los que se enfrentan los periodistas en zonas de conflicto y regímenes autoritarios. A pesar de las dificultades, el trabajo conjunto y la diplomacia demostraron ser efectivos.
Free Press Alliance sigue observando con atención, esperando que este caso impulse mayores esfuerzos para proteger a los periodistas y defender la libertad de prensa en todo el mundo.