El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, ha sido excarcelado de la prisión británica de Belmarsh y regresará a Australia tras llegar a un acuerdo con Estados Unidos. Assange, de 52 años, se declarará culpable de un único cargo de violación de la ley estadounidense de espionaje. El relativo a conspiración para obtener y divulgar documentos clasificados de defensa nacional de Estados Unidos. Quedó en libertad el lunes e inmediatamente voló fuera del Reino Unido, con una comparecencia ante el tribunal prevista en Saipán, territorio estadounidense del Pacífico, donde será condenado a 62 meses, teniendo en cuenta el tiempo que ya ha cumplido.
La liberación de Assange se produce tras una larga batalla legal contra la extradición a Estados Unidos, donde se enfrentaba a 17 cargos en virtud de la Ley de Espionaje. Sus partidarios argumentan que, como editor, no debería haberse enfrentado a cargos típicamente reservados a quienes roban o filtran información. Los defensores de la libertad de prensa han destacado la amenaza a la libertad de expresión que supone su procesamiento y, a pesar del alivio que supone su inminente libertad, las implicaciones de la Ley de Espionaje para los periodistas siguen siendo motivo de preocupación.
El ascenso de Assange a la fama comenzó con el lanzamiento de WikiLeaks en 2006, que facilitaba el envío anónimo de material clasificado. La publicación de material de gran repercusión, como imágenes de un ataque de un helicóptero estadounidense en Bagdad y un conjunto de cables diplomáticos, le valió a WikiLeaks el reconocimiento internacional. El viaje de Assange desde su refugio en la embajada ecuatoriana en Londres hasta su detención y prolongado encarcelamiento ha atraído la atención y el apoyo generalizados, culminando con este acuerdo de culpabilidad en medio de una creciente presión sobre el gobierno de Biden para que resuelva el caso. El primer ministro australiano, Anthony Albanese, y los defensores de la libertad de prensa han acogido con satisfacción su liberación, haciendo hincapié en la necesidad de traer a Assange a casa y en la importancia de salvaguardar las prácticas periodísticas.