Este agosto se cumplen tres años desde la detención del periodista guatemalteco José Rubén Zamora, un emblema del periodismo de investigación en Centroamérica y fundador del diario elPeriódico. Su encarcelamiento responde, no a un proceso judicial justo, sino a una campaña sistemática de persecución política impulsada desde las más altas esferas del poder en Guatemala.
Zamora fue arrestado en 2022 bajo cargos de presunto lavado de dinero, en un operativo que incluyó el allanamiento de su domicilio sin previo aviso. Desde el inicio, el proceso estuvo plagado de irregularidades: la audiencia tras su detención no se celebró dentro del plazo legal de 24 horas, lo que debería haber motivado su liberación inmediata. Pese a ello, ha permanecido en prisión desde entonces.
Tras 800 días encarcelado y un visible deterioro de su salud física y psicológica, se le concedió arresto domiciliario. Sin embargo, esta medida fue revocada poco después por orden judicial, obligándolo a regresar a la prisión de Mariscal Zavala.
“No aceptaré cargos por delitos que no he cometido y seguiré luchando desde prisión”, declaró Zamora tras conocer la resolución.
Actualmente enfrenta tres procesos judiciales infundados, impulsados por el Ministerio Público guatemalteco, en los que se han violado sistemáticamente sus derechos fundamentales: el debido proceso, la defensa legal y la presunción de inocencia. Estos procesos no buscan justicia, sino castigo ejemplar, enviando un mensaje aterrador al gremio periodístico: el periodismo crítico será silenciado.
Diversas organizaciones internacionales, como el Comité de Protección de los Periodistas (CPJ), Freedom House y Reporteros sin Fronteras, han alzado la voz en su defensa, exigiendo su liberación inmediata y la anulación de los procesos arbitrarios en su contra.
Desde Free Press Alliance, nos unimos a esta exigencia global y reiteramos nuestro firme apoyo a José Rubén Zamora. Demandamos su liberación inmediata, la restitución plena de sus derechos y el fin de la persecución judicial. Encarcelar periodistas por hacer su trabajo no solo destruye vidas, también erosiona la democracia y pone en riesgo la libertad de todos.