Una brutal ofensiva contra el periodismo independiente se intensifica con el encarcelamiento de reporteros anticorrupción y activistas por la paz bajo cargos fabricados.
Azerbaiyán ha confirmado una vez más su reputación como uno de los países más represivos para los periodistas. Ocupa el puesto 167 de 180 en el Índice Mundial de Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras y figura como el décimo peor carcelero de periodistas del mundo, según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ). El presidente Ilham Aliyev lidera una campaña implacable para eliminar las voces disidentes y desmantelar el escaso pluralismo mediático que alguna vez existió. Desde 2014, su gobierno ha orquestado una represión sostenida contra el periodismo independiente, que ha culminado en una nueva y especialmente brutal ola de represión iniciada en noviembre de 2023.
Un panorama mediático silenciado
Hoy en día, casi todos los medios de comunicación en Azerbaiyán están bajo control estatal. No existe transmisión independiente de radio o televisión dentro del país, y todos los periódicos críticos han sido cerrados. Los pocos medios independientes que aún sobreviven, como Azadliq, Abzas Media y Meydan TV, se ven obligados a operar desde el extranjero y enfrentan bloqueos sistemáticos de sus sitios web y otras formas de censura estatal.
El gobierno no solo silencia instituciones, también persigue a periodistas a título individual. El ejemplo más claro es el caso de Abzas Media, donde ocho periodistas han sido condenados a prisión simplemente por realizar trabajo de investigación.
El juicio contra Abzas Media: delitos financieros como arma política
Abzas Media es un medio investigativo conocido por revelar casos de corrupción y abuso de poder. Sus periodistas fueron acusados de recibir financiamiento extranjero ilegal y enfrentaron cargos por contrabando de divisas, lavado de dinero y evasión fiscal. Organismos internacionales de derechos humanos han denunciado estos cargos como motivados políticamente.
Las sentencias incluyen:
- Ulvi Hasanli (Director), Sevinj Vagifgizi (Editora en Jefe), Hafiz Babali (Periodista de Investigación): 9 años de prisión
- Nargiz Absalamova y Elnara Gasimova (Reporteras): 8 años cada una
- Mahammad Kekalov (Coordinador de Proyectos): 7 años y medio
En el mismo juicio, Farid Mehralizada, periodista del servicio azerí de Radio Free Europe/Radio Liberty, también fue condenado a 9 años. Las autoridades azeríes han acusado al medio financiado por EE.UU. de ser un vehículo de injerencia extranjera, sin presentar pruebas creíbles ante el tribunal.
El caso de Bahruz Samadov
Pocos días después del veredicto contra Abzas Media, otro tribunal condenó a Bahruz Samadov, activista por la paz y columnista, a 15 años de prisión por supuesta traición. El juicio se celebró a puerta cerrada, y se ha informado que Samadov realizó una huelga de hambre y un intento de suicidio la semana anterior a la sentencia. Su caso ha provocado condenas internacionales y se percibe como parte de la ofensiva general contra el espacio cívico.
Represión en aumento y retórica antioccidental
Desde 2023, al menos 21 periodistas han sido encarcelados bajo acusaciones dudosas, la mayoría relacionadas con la supuesta recepción de fondos de donantes occidentales. El presidente Aliyev ha intensificado su retórica antioccidental, acusando a ONGs y medios financiados desde el extranjero de actuar como “espías” de embajadas de países como Francia, Alemania y Estados Unidos.
A principios de 2025, Azerbaiyán amenazó con retirarse de instituciones clave como el Consejo de Europa y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, después de que su delegación fuera expulsada de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE). Estas acciones reflejan el creciente aislamiento del país respecto a las normas democráticas y los mecanismos de rendición de cuentas.
Conclusión: una prensa libre bajo asedio
Las condenas contra los ocho periodistas, incluidos reporteros de investigación de larga trayectoria y jóvenes integrantes de redacción, no son incidentes aislados, sino parte de una estrategia deliberada para criminalizar el periodismo. Al etiquetar la cobertura anticorrupción como traición o contrabando, el gobierno azerí pretende erradicar los últimos vestigios de medios independientes.
Este momento exige una acción internacional firme. La condena verbal no basta. Los gobiernos democráticos, instituciones y organizaciones de la sociedad civil deben:
- Exigir la liberación inmediata de todos los periodistas encarcelados.
- Condicionar la cooperación y la ayuda internacional al respeto de la libertad de prensa.
- Brindar apoyo legal y financiero a medios exiliados y en riesgo.
El mundo no puede permitirse mirar hacia otro lado. En Azerbaiyán, el periodismo ha sido tratado como un crimen. El precio del silencio no lo pagarán solo los reporteros, sino también los ciudadanos privados de su derecho a la verdad.