Desde que los talibanes tomaron el poder en Afganistán el 15 de agosto de 2021, el panorama mediático del país se ha desplomado. Lo que alguna vez fue un espacio con una prensa independiente vibrante que alcanzaba a millones de lectores, hoy enfrenta una campaña sistemática para silenciar la disidencia y transformar el periodismo en una herramienta de propaganda estatal.
Según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), los talibanes han prohibido, suspendido o cerrado cientos de medios independientes, mientras que los que siguen funcionando están bajo un control férreo. Las autoridades rechazan cualquier noticia u opinión que se desvíe de su interpretación de la “verdad”, castigando incluso comentarios personales como si fueran propaganda.
Al mismo tiempo, los talibanes han construido un imperio mediático que difunde su ideología islamista radical a través de televisión, radio, periódicos y plataformas digitales como YouTube, X y Telegram.
Periodistas como sospechosos y espías
Los periodistas afganos enfrentan una intimidación constante. Los agentes talibanes vigilan todo lo que se publica en línea y detienen a quienes violan su estricta interpretación de la ley Sharía, que prohíbe la música, las telenovelas e incluso los programas conducidos conjuntamente por hombres y mujeres.
“Los agentes de inteligencia talibanes han instaurado un sistema policial en el que se espera que cada periodista espíe a los demás”, dijo un exejecutivo de televisión afgano al CPJ. A los reporteros se les exige entregar datos personales detallados, incluyendo contactos, direcciones y números de WhatsApp, y se les presiona para denunciar a colegas o difundir narrativas oficiales. Negarse suele derivar en despidos, amenazas legales o presiones financieras.
Las periodistas mujeres son un blanco particular. Dos reporteras del oeste de Afganistán contaron al CPJ que habían sido citadas más de diez veces en los últimos dos años. Una de ellas recordó haber sido amenazada de muerte bajo la interpretación talibán de la Sharía por colaborar con medios en el exilio.
Dentro del imperio mediático talibán
Los talibanes han transformado el mayor medio público del país, Radio Televisión Afganistán (RTA), rebautizando su división radial como Radio Voz de la Sharía. Con emisiones en pastún (favorecido por los talibanes) y darí (el idioma más hablado del país), RTA ahora amplifica los “logros” talibanes, desde la diplomacia hasta la atención a refugiados.
Otros medios históricos también han sido capturados:
- Agencia de Noticias Bakhtar, fundada en 1939, ahora funciona como portavoz oficial de los talibanes, publicando en ocho idiomas, incluidos mandarín y turco.
- El Ministerio de Información gestiona diarios como Anis (darí), Hewad (pastún) y The Kabul Times (inglés).
- La Dirección General de Inteligencia (GDI) opera Radio Hurriyat (lanzada en 2022), que transmite los “éxitos” militares talibanes, y financia canales de YouTube como Maihan y Yad, dedicados a desacreditar a opositores y promover la historia del régimen.
Asimismo, los talibanes reactivaron Radio Policía y lanzaron Radio Omid, ambas enfocadas en narrativas de seguridad y poder militar. Mientras tanto, el sitio oficial Alemarah News, activo incluso antes de 2021, continúa funcionando como el principal portal en línea del grupo, dirigido por su portavoz Zabihullah Mujahid.
La desinformación como política de Estado
Más allá de la propaganda abierta, la inteligencia talibán opera al menos cuatro oficinas dedicadas a campañas de desinformación en línea. Estas incluyen la creación de cuentas falsas, el pago a influencers y el uso de granjas de trolls para difamar a críticos, simular apoyo popular y ahogar el periodismo independiente.
Como resultado, solo se permiten historias apolíticas, accidentes de tráfico o reportes limitados sobre salud y educación. Incluso la cobertura de delitos está prohibida. Este vaciamiento de los contenidos informativos asegura que la sociedad afgana escuche únicamente narrativas aprobadas por los talibanes.
Periodistas en el exilio bajo amenaza
Los periodistas afganos en el exilio siguen informando para medios internacionales, pero permanecen vulnerables. Muchos enfrentan amenazas, pérdida de empleo y censura incluso fuera de las fronteras de Afganistán (Nieman Reports). El régimen con frecuencia hostiga a los familiares que permanecen dentro del país, lo que incrementa la presión sobre quienes intentan mantener una cobertura independiente.
Conclusión
Afganistán ha pasado de tener uno de los sectores mediáticos más dinámicos del sur de Asia a convertirse en uno de los países con más periodistas encarcelados en el mundo. Al criminalizar el periodismo independiente, convertir a los medios estatales en armas de propaganda y desplegar campañas globales de desinformación, los talibanes han transformado el espacio informativo afgano en una herramienta de control y miedo.
Este desmantelamiento de la libertad de prensa no solo silencia las voces afganas, sino que también le niega a la comunidad internacional una visión clara de lo que ocurre dentro del país.