Hace más de un año que estalló la guerra civil sudanesa, una crisis de proporciones épicas que arrasa con los tímidos avances democráticos que experimentaba el país. La emergencia humanitaria se intensifica mientras los periodistas intentan informar en un ecosistema mediático frágil y marcado por la intolerancia.
El 15 de abril de 2023 estallaron los enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), desde entonces, ambas partes han realizado innumerables violaciones de derechos humanos y del derecho internacional humanitario. Sudán está inmerso en desplazamientos masivos, violencia étnica, deterioro de las condiciones sanitarias, inseguridad alimentaria y violencia sexual y de género.
Según datos de la ONU, más de 14.000 personas han muerto y decenas de miles han resultado heridas, la mitad de la población del país -25 millones de personas- necesita asistencia vital y más de 8,6 millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares, entre ellas 1,8 millones de refugiados.
En este contexto, los periodistas intentan hacer su trabajo en condiciones dramáticas, arriesgándose a ser detenidos, agredidos o asesinados; como es el caso de Bokra Halima Idris Salim, atropellada por un vehículo de las FAR mientras cubría un combate en Omdurman. Por otro lado, si bien en las guerras es de esperar una realidad periodística devastadora, el panorama mediático en Sudán ya tenía experiencia en ser preocupante.
Un periodismo marcado por la dictadura
Sudán nació como país independiente en 1956 y su breve historia ha estado marcada por guerras civiles, derrocamientos, dictadores y la división de su territorio, resultando en dos naciones desde 2011: Sudán y Sudán del Sur. El sueño de la democracia parecía hacerse realidad en 2019, gracias al Golpe de Estado que consiguió terminar con tres décadas de dictadura de Omar al-Bashir. No obstante, en octubre de 2021, el golpe del general Burhan puso en peligro los recientes y tímidos avances democráticos, entre los que se encontraban la aprobación de una Constitución provisional que amparaba la libertad de prensa y el acceso a la información. Desde entonces, la situación de los medios y periodistas independientes ha empeorado y el sector se ha polarizado enormemente, retomando el ecosistema mediático de la dictadura.
Los medios audiovisuales, esencialmente controlados por el Estado, son la principal fuente de información, como Sudan National Radio Corporation y Sudan National Broadcasting Corporation, que funcionan como herramientas de comunicación del régimen. Además, el organismo sudanés de regulación de los medios (National Council for Press and Publication) tiene potestad para cerrar los medios críticos sin orden judicial y el Ministerio de Información gestiona las licencias de radiodifusión de un modo muy politizado, según informa Reporteros Sin Fronteras.
El último sindicato independiente de periodistas se había disuelto en 1989, cuando Omar al-Bashir llegó al poder y los periodistas sufrieron encarcelamientos y torturas, en parte por cubrir noticias que no gustaban al gobierno. Sin embargo, en agosto de 2022, a través de un voto democrático se reinstauró el Sindicato de Periodistas Sudaneses, después de 33 años de amordazamiento de la prensa por la dictadura y pese a encontrarse el país bajo un nuevo régimen militar.
La guerra y la censura no solo dificultan la labor periodística, también ponen en peligro a los profesionales de la información
Es en tiempos de guerra cuando más se necesita que la información sea libre. Los civiles necesitan recibir información vital sobre seguridad y ayuda humanitaria. El público regional debe recibir información veraz para conocer la realidad de un conflicto en el que han sido directamente involucrados. La comunidad internacional precisa información carente de propaganda si quieren denunciar los crímenes cometidos por las partes beligerantes. En esencia, los ciudadanos tienen derecho a saber qué ocurre realmente, necesitan una información sin censura ni intenciones. Pero la verdad es que en las guerras la libertad de prensa es de las primeras en desmoronarse.
En Sudán la situación es devastadora. La libertad de expresión y de información en la nación africana tiene un historial preocupante y desde que estalló la guerra en abril de 2023 solo ha hecho que empeorar. Los periodistas intentan ejercer su profesión en un ambiente hostil donde impera la intolerancia y la censura.
En palabras del secretario general del SJS, Mohamed Abdelaziz: «Si vamos más allá de las amenazas generales a las que se enfrenta la población por bombardeos, francotiradores y otras medidas, y de la falta de servicios médicos y sanitarios, los periodistas son objetivo de ambos bandos del conflicto. Los periodistas, dondequiera que se encuentren en las zonas de conflicto, son blanco de ataques porque pueden ser hostiles o transmitir opiniones o posturas, o transmitir hechos que no deberían transmitirse.
La escena mediática se ha convertido en escenario del discurso político y propagandístico de cada una de las partes, en donde el periodismo independiente no tiene cabida. Según el Sindicato de Periodistas Sudaneses, los casos de persecución, vigilancia y seguimiento de periodistas les han obligado a ocultar su profesión para evitar ser reconocidos. Los discursos de odio y las amenazas contra ellos en las redes sociales han incrementado, llegando a circular listas negras en las que se designa a periodistas para ser asesinados.
Además, en el último año se han cerrado 26 periódicos, al menos diez emisoras de radio y seis cadenas de televisión. Tres cadenas de televisión extranjeras (Sky News, Al-Arabiya y Al-Hadath) fueron censuradas temporalmente y los edificios de 29 empresas de medios de comunicación fueron saqueados y destruidos. Los combates entre las partes beligerantes provocaban interrupciones recurrentes en la red, ya que se destruían muchas torres de telefonía móvil, repetidos cortes de electricidad y escasez de combustible. Pero desde el 7 de febrero, la mayor parte de Sudán se quedó a oscuras, completamente aislado del mundo entero debido a un apagón de internet y las telecomunicaciones; las Fuerzas de Apoyo Rápido son señaladas como el principal culpable.
Sudán lleva más de un año de guerra, pero también décadas de conflictos. La crisis humanitaria es cada vez más grave y la información sobre la misma cada vez más reducida. Es necesario terminar con el silencio ante este conflicto, que solo sirve para dar vía libre a los culpables de las atrocidades que viven los civiles. Desde Free Press Alliance pedimos a la comunidad internacional y los medios de comunicación internacionales que presten atención a lo que ocurre en Sudán, hay que actuar ya.